lunes, 26 de noviembre de 2018

Un Nuevo Aniversario


El 24 de Noviembre de 1984 se inauguraba en nuestra ciudad el tercer Museo Ferroviario de la República Argentina. Este Museo Ferroviario nació por el sentimiento y la pasión de un grupo  de vecinos (entre lo que había ferroviario y no ferroviarios) que fueron testigos de un acontecimiento que a la historia misma del Tren se le escapa. Resulta que el día 10 de junio de 1983, de la Estación de trenes de Gualeguaychú, a las 10:00 de la mañana, partía con destino Basavilbaso la locomotora N°85 cerrando ese día los servicios oficiales a vapor de las grandes líneas ferroviarias argentinas, ese sistema que comenzó un 30 de agosto de 1857 terminaba en nuestra ciudad 126 años después. Ese día un grupo reducido de personas, conscientes de lo que eso significaba y sumado al cariño por las vaporeras deciden que deben recuperar para Gualeguaychú al menos el recuerdo de los tiempos del silbato a vapor anunciando llegadas o partidas; los tiempos del penacho de humo coronando a las morochas que resoplaban en los andenes ansiosas por viajar. Nuestra ciudad les debe un eterno agradecimiento a estos hombres que tuvieron la visión y la valentía para emprender solos la aventura que significó el rescate del material rodante que hoy está emplazado detrás de la vieja estación.


Primero se procuró conseguir la locomotora N°85 la cual fue negada porque todavía estaba en funcionamiento (hoy está oxidada en Concepción del Uruguay), luego la búsqueda los llevó hasta la N°81, descarrilada y accidentada desde 1981 en Posadas (Misiones) la cual fue cedida después de muchas tratativas ya que había que remolcarla hasta nuestra ciudad. Los relatos sobre la llegada de la Locomotora N°81 son muchos y coinciden en que los invadió la desilusión cuando la vieron, al parecer no había simplemente descarrilado, sino que estaba maltratada. El descarrilo fue en un puente alcantarilla por lo que la estructura estaba seriamente dañada, tenía faltantes de piezas  y además había sufrido una inundación razón por la cual el óxido era avanzado. La restauración de la 81 llevó meses en el Galpón de máquinas, donde los trabajos estuvieron a cargo de Enrique Aagaard, quien fuera el último jefe de dicho galpón. Al fin, luego de mucho trabajo y de viajes para conseguir piezas de repuestos, se pudo inaugurar el Museo ese sábado 24 de noviembre de 1984 con una locomotora impecable y solitaria al principio a la que luego se le sumaría el Coche Comedor 5462.


Esta apretada síntesis de la locomotora que hoy engalana al Museo no es más que un ejemplo ya que cada pieza del mismo, cada rincón, cada documento que hoy guarda el Coche Comedor 5462 tienen una historia similar y es por eso que su valor es enorme. Además estos generan que al caminar por el Museo, los visitantes vayan despertando momentos dormidos en la memoria y quienes no vivieron la experiencia de viajar en tren, por medio de la imaginación pueden hacerlo. A través del recorrido por las piezas, cualquiera puede disfrutar de un viaje al pasado, viaje que se renueva ya que además esta institución va creciendo y ampliando su material, pero hay que decir que no ha sido fácil para el Museo porque su historia nos cuenta que sufrió, como ningún otro, un prolongado abandono.
Es así que en los años que siguieron, dos ferroviarios que estuvieron presentes desde los primeros días del Museo, comenzaron a peregrinar por los distintos medios de comunicación denunciando el abandono, desamparo y la desidia que abrazaban a la institución por aquellos tiempos en los que finalizaba la década del noventa y comenzaba el siglo XXI. Varios fueron los artículos periodísticos que se publicaron en diarios y otros que fueron emitidos por radio y por televisión, los cuales no tuvieron el eco deseado y mientras tanto el Museo seguía perdiendo piezas, tanto por robos, como por el mismo paso del tiempo. Los diarios titulaban “El Museo ferroviario pierde piezas irrecuperables por actos vandálicos”; “El vagón del Museo Ferroviario se convirtió en un ¨ gallinero ¨, por el abandono”; etc. De esta manera la locomotora N°81 con casi dos millones de kilómetros recorridos y el Coche Comedor 5462 en el cual se habían apostado las esperanzas de construir una biblioteca, veían pasar el tiempo encerrados por un cerco perimetral que lo único que hacía era aislarlos, lejos de cumplir con la función de proteger, y el Museo se iba adentrando así en la nebulosa espesa del olvido colectivo.


Lo que sigue es lo que Enrique Aagaard denominó la segunda etapa del Museo. Podemos decir que la primera estuvo cargada de entusiasmo, improvisación, viajes, búsquedas, amor, nostalgia y pasión. La segunda etapa fue la toma de conciencia, la revalorización, la apuesta a futuro, la reconstrucción y el embellecimiento de un lugar bello por su historia que no es más ni menos que nuestra historia.
A medida que avanzaron los trabajos las fechas se van haciendo más claras gracias a los registros. Podemos poner como fecha importante el día 25 de Mayo de 2006 cuando Adolfo Quintana hizo de nexo entre Silvio Leuze, encargado entonces del Parque de la Estación con ferroviarios que iban a ser fundamentales a la hora de la reconstrucción. Para esta fecha la restauración del Museo ya estaba en marcha y la locomotora fue la primera en recibir limpieza, arreglos y pintura. El día 26 de Mayo se reúnen y acuerdan los pasos a seguir para la restauración. Silvio Leuze tenía la iniciativa, el personal y los recursos y Enrique Aagaard e Hipólito Nóbile (este último maquinista), la experiencia para el asesoramiento. Estos son nombres que debemos recordar porque estas personas con su decisión dejaron a la comunidad algo muy valioso. Los trabajos avanzaron y se preocuparon por revivir viejos anhelos como por ejemplo crear una Biblioteca, pero también buscaron cambiar algunas cosas para mejorar el Museo. Entre los trabajos de mejoramiento, estuvo el de separar la Locomotora del Coche Comedor. Para tal tarea se llevaron adelante varios trabajos, se liberó la locomotora del coche que estaban simulando una formación de tren y se le desmontaron las bielas, dejando las ruedas libres para que la máquina pudiera rodar. Con esto se individualizaron las piezas que dio como resultado un mejor y más fluido recorrido para el público visitante. A la locomotora le cambiaron chapas, le colocaron piezas faltantes, entre las que estaba el silbato perdido, se volvieron a ensamblar las bielas, se pintó y luego (como acto simbólico) se encendió fuego en la caldera. Después empezaron los trabajos en el Coche Comedor 5462 para lo cual se solicitó la ayuda de otros empleados municipales entre los que había, carpinteros, herreros, pintores, electricistas, tapiceros, etc. Este lujoso coche de pasajeros, por ser de madera, tenía muchas más roturas y además su interior estaba violentado con vidrios rotos, faltantes de piezas claves e irrecuperables y el mencionado desgaste por la falta de mantenimiento. Los trabajos fueron intensos, los ferroviarios trabajaban de acuerdo a sus posibilidades y el personal municipal de las distintas áreas tenía otras tareas e incluso muchas veces solo le dedicaron las horas extras al Museo, quedando una o dos personas trabajando de forma  permanente. Así llegamos al día 29 de septiembre de 2007, fecha que se eligió para la reinauguración ya que el Coche Comedor estaba terminado, como así también el resto de piezas del Museo emplazadas alrededor del coche y la locomotora, entre los que se encuentran la Zorra tipo bomba, el Triciclo de vía o Velocípedo, el Bogie tipo araña, un Pulsometro (bomba de agua que funcionaba a vapor), un motor bombeador de fuel oil también a vapor, carritos Decauville, un encarrilador de doble mano, la Cruz de San Andrés, la Torre de señales, piezas a las que se les fueron agregando luego la campana de la estación, el nomenclador, la balanza para vagones, el kilómetro 311, el banco antiguo de la estación, entre otros.


Para terminar con este breve relato de lo que fue y es el Museo Ferroviario de nuestra ciudad solo queda destacar que desde su reinauguración a la fecha se ha venido trabajando con el objetivo que enriquecer esta institución y año a año el Museo crece en material y en importancia, pero además ahora ya no es de un grupo de personas visionarias e inquietas que hace más de treinta años supieron entender lo importante que era esto para nosotros, no es de un grupo de personas más contemporáneas que tuvieron el valor y la sensibilidad para hacerse cargo de revalorizar este reducto histórico, de ahora en más y para no cometer los mismos errores, al Museo lo tenemos que ver como lo que ha sido siempre, nuestro patrimonio, nuestro pedacito de historia, de memoria y además un lugar abierto para cultivarnos, para conocer más y sorprendernos con todo lo que tuvo y tiene Gualeguaychú y también para aportar nuestras historias. Cada persona que pisa el Museo deja algo y se lleva mucho más, desde aquel 24 de noviembre de 1984 hasta hoy han pasado 34 años y esto demuestra que hemos sabido proteger nuestra historia y por eso, en este aniversario, queremos agradecer a toda la comunidad de Gualeguaychú.



El Museo Ferroviario de Gualeguaychú está emplazado en el Parque de la Estación

Calles: Maestra Piccini y Maipú

Teléfono: (03446) 437034

Correo electrónico: mferroviario@gualeguaychu.gov.arparqueestacion1984@gmail.com

Ig: @museoferroviariogchu

Fb: Museo Ferroviario Gualeguaychú

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Dardo Campoamor, 26 de Noviembre de 2018

lunes, 28 de mayo de 2018

Locomotora Nº 81, una pieza histórica

En estos tiempos de fechas Patrias, uno se pregunta ¿Qué es hacer Patria? y por costumbre y educación siempre vienen al pensamiento Hombres y Mujeres que se inmortalizaron por su calidad de líderes y gestas heroicas. Pero siempre las cosas son mucho más complejas y también dependen de pequeños actos que con el tiempo van creciendo en importancia. Uno sin lugar a dudas es el respeto por el pasado que construye nuestra identidad y para que ese pasado no se disuelva o se desfigure hay que ir colocando mojones, postas sólidas de donde agarrarnos para continuar y en este sentido la recuperación de una locomotora simbólica es fundamental para que no se perdiera en Gualeguaychú la memoria de lo que fue, para esta ciudad, el paso del tren y más atrás aún, el paso del tren a vapor y todo lo que esto significaba hace 130 años atrás. Es por esto que nos pareció muy importante hacer una breve mención a cómo fue y a lo que significa hoy para la ciudad y su comunidad que ciudadanos se hayan preocupado hace 34 años atrás por fundar un Museo del Ferrocarril.



En el discurso inaugural del Museo Ferroviario, se menciona que Gualeguaychú era una ciudad con tanta historia que necesitaba de Museos para que fueran recuperándola y manteniéndola viva. Cuando surge la idea de fundar un Museo del Ferrocarril, era lógico que la pieza por excelencia iba a ser una locomotora a vapor ya que era el sistema que había dejado de funcionar para dejar paso a las locomotoras Diesel eléctricas y, por otro lado, a diferencia de la mayoría de los museos ferroviarios de la región, el de Gualeguaychú se inauguró cuando el tren seguía llegando a la Estación de la ciudad y entonces se aprovechó el lugar detrás del mismo edificio, que en esa época era una plaza, y así colocar en la entrada, una magnífica vaporera para que diera la bienvenida.


























    La comisión Pro Museo se puso en marcha y empezó a buscar esa locomotora que pudiera sintetizar la antigua historia del tren y de los trabajadores ferroviarios. En la búsqueda dieron con la Locomotora Nº 81 que se había quedado, como muchas otras, fuera de servicio y abandonada. Se encontraba en la provincia de Misiones, en la estación Posadas y no solo descansaba de haber recorrido por la Mesopotamia casi dos millones de kilómetros sino que había sufrido un grave accidente después de un descarrilamiento. En el tiempo que pasó desde ese descarrilamiento hasta que fueron a buscarla, porque gente de Gualeguaychú la solicitaba, esta máquina a vapor había sufrido una gran inundación del río Paraná por lo que el estado en el que se encontraba cuando llegó a nuestra ciudad era desmoralizante, sin embargo el proyecto estaba en marcha y después de varios meses de trabajo, de conseguir piezas faltantes, de reparación de chapa y retoques de pintura, el 24 de noviembre de 1984 la comunidad recibía, para proteger su memoria, a una hermosa locomotora a vapor, la misma que hoy en día, 34 años después, sigue sorprendiendo por su estado de conservación que permite recorrer la historia del ferrocarril en Gualeguaychú y en todo el litoral.
El Museo luego siguió creciendo, pero siempre su pieza destacada fue la Locomotora nº 81 y hoy en día los estudiantes de distintos niveles pueden conocerla y subirse a ella para aprender cómo era viajar hace cien años atrás. Lo mismo pueden hacer quienes visitan el Museo ya que está abierto a todo público, durante todo el año. 



























De esta manera, la locomotora fabricada en Bélgica y puesta en servicio en nuestro país en 1910, desde hace más de 30 años que es un atractivo único, un punto de visita ineludible de Gualeguaychú que sigue provocando distintas emociones y que ha quedado como testigo de otros tiempos del transporte que acompañó a Gualeguaychú en una etapa importante de su vida.





























El Museo Ferroviario de Gualeguaychú está emplazado en el Parque de la Estación

Calles: Maestra Piccini y Maipú

Teléfono: (03446) 437034

Correo electrónico: mferroviario@gualeguaychu.gov.arparqueestacion1984@gmail.com

Ig: @museoferroviariogchu

Fb: Museo Ferroviario Gualeguaychú

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Dardo Campoamor, 28 de Mayo de 2018

jueves, 8 de marzo de 2018

Banco Antiguo de la Estación



 Siguiendo con la tarea de ir mostrando pieza por pieza al Museo Ferroviario de Gualeguaychú, en esta oportunidad nos detenemos en contar un poquito la historia del rescate de este banco que tiene más de cien años de antigüedad. 



La recuperación de uno de los bancos de la Estación de trenes de Gualeguaychú es producto de los trabajos en conjunto entre los Museos de la ciudad.


El antiguo galpón de máquinas de la estación funcionó como tal hasta mediados de 1983 (y quizás un poquito más) que fue cuando cesaron los servicios de trenes a vapor. Luego fue cayendo poco a poco en un progresivo abandono hasta 1996 año en el cual, cerrada la estación, se construye la pista para lo que hoy es el corsodromo en temporada estival, pero además hubo muchos otros trabajos de acondicionamiento en lo que hoy llamamos Parque de la Estación y uno de esos trabajos fue tapar las dos fosas con hormigón para darle algún uso en el futuro, cosa que nunca se dio o que se dio a medias como fue la (lamentable) improvisación de un vivero que no duró mucho tiempo pero que le costó al galpón la mitad del techo. La cuestión es que la utilización que se le fue dando al edificio del galpón fue de depósito de innumerables cosas, algunas útiles, otras no tanto y también mucha chatarra. Entre tanto fierrerio se encontraron patas, unidas por listones de madera, de un banco que por su material y su forma demostraban ser de mucho tiempo atrás, pero no había ni pruebas, ni testigos de su procedencia. Por tal motivo fueron apartadas para restauración pero quedaron mucho tiempo enclenque en un rincón de dicho galpón.


El rescate final de este banco se da gracias al trabajo en conjunto entre los Museos de Gualeguaychú. Los Museos trabajan constantemente en el rescate de documentos históricos de nuestra ciudad y gracias a esto llegan al Museo Casa de Haedo dos fotografías muy antiguas de la Estación de trenes, las cuales fueron digitalizadas y compartidas con el Museo Ferroviario notándose en una de ellas, la presencia de bancos ubicados en el andén y se comprobó de inmediato la coincidencia entre los diseños de las patas de los bancos con el que estaba guardado en el ex galpón de máquinas. Con esta prueba se aceleraron los trabajos de restauración y luego fue emplazado en el predio del Museo en dónde se le hizo una base especial para destacarlo a simple vista del resto de los bancos de plaza que hay en el lugar.



Así es como el 13 de mayo de 2015 una pieza de más de cien años se suma al Museo fundamentando su función y su historia y pudiendo mostrar su derrotero en el tiempo.








El Museo Ferroviario de Gualeguaychú está emplazado en el Parque de la Estación

Calles: Maestra Piccini y Maipú

Teléfono: (03446) 437034

Correo electrónico: mferroviario@gualeguaychu.gov.arparqueestacion1984@gmail.com

Ig: @museoferroviariogchu

Fb: Museo Ferroviario Gualeguaychú

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Dardo Campoamor, 8 de Marzo de 2018

martes, 2 de enero de 2018

Triciclo de Vía - Velocípedo

Historia de un vehículo multifunción


Normalmente el recorrido por el Museo se concentra en el Coche Comedor 5462 y en la Locomotora Nº 81. En base a ellos se va haciendo el relato de cómo era la vida en los tiempos del vapor tanto arriba del tren como en la vida cotidiana que indudablemente estaba influenciada por esta maravilla tecnológica de la comunicación y el transporte. Pero el Museo ferroviario de nuestra ciudad preserva mucho más que eso y hay otros elementos que están un poco más alejados del conocimiento básico que existe sobre el tren, como por ejemplo el encarrilador de doble mano o el bombeador a vapor de fueloil o el bogie tipo araña y un montón de piezas más que vamos a ir explicando conforme pase el tiempo y este tiempo es para una de esas piezas “exóticas”. Una que atrae, sorprende y encanta. El nombre que utilizamos más frecuentemente para que sea rápidamente asimilada es “Triciclo de vía” y luego le agregamos: “o velocípedo”, este último era más bien el nombre comercial porque en la estación de trenes de Gualeguaychú, desde el Jefe de estación hasta el obrero changarín, le llamaban triciclo.


Explicar su utilidad, su función, es un poco complicado y sobre todo para los más chicos. En Gualeguaychú, en los comienzos del ferrocarril, el triciclo tendría que haber sido utilizado por un obrero llamado farolero que se encargaría de encender los faroles de aceite de la playa de la estación, como por ejemplo el farol para la torre de señales que estaba en la entrada al predio (hoy es por dónde salen las comparsas una vez que terminan con su desfile) pero como no había mucho personal, generalmente a ese trabajo lo hacía el cambista. La otra función y, quizás, la más importante era la de ser vehículo de transporte del guardahilo, persona encargada de reparar o mantener el tendido del cable que transportaba las señales del teléfono como del telégrafo. Dicho cable tenía su tendido a la vera de la vía, por esta razón el guardahilo se trasladaba en el velocípedo buscando el desperfecto o la razón que obstaculizaba la comunicación. Los ferroviarios cuentan que era común ver al guardahilos salir en su recorrida acompañado de una larga caña y eso era porque, sobre todo en días posteriores a lluvias, era común que el motivo por el cual había una interrupción o interferencias en la comunicación, era la presencia de un nido de hornero y entonces con la caña se lo volteaba. Este vehículo ha generado miles de anécdotas en el pasado y hoy las sigue generando. Un ejemplo actual es cuando se le pregunta a los alumnos y alumnas que visitan el Museo con sus escuelas, niños y niñas avezados en el uso del teléfono celular, si le creen al guía cuando les dice que el triciclo tenía mucho que ver con el teléfono y todos responden rápidamente que eso no es posible.



Así es que el Museo cuenta con un triciclo de vía, un vehículo de dimensiones pequeñas si lo comparamos con los demás pero cuando uno lo empieza a descubrir entiende claramente la razón por la cual tiene su propio pedestal. 





























El Museo Ferroviario de Gualeguaychú está emplazado en el Parque de la Estación

Calles: Maestra Piccini y Maipú

Teléfono: (03446) 437034

Correo electrónico: mferroviario@gualeguaychu.gov.arparqueestacion1984@gmail.com

Ig: @museoferroviariogchu

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Dardo Campoamor, 2 de Enero de 2018